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litteraemundi

DESDE LOS ARROZALES DE TAILANDIA

LA SOMBRA BLANCA

SANGSUK, SANEH

Ediciones del Cobre, 2003

23,00 €

ISBN: 978-84-96095-37-3

La obra que quisiera presentar aquí no es una novela corriente. Tampoco es una lectura sencilla, al uso, de puro entretenimiento. Es, sin duda, una lectura difícil, exigente, pero muy interesante a la vez. Tanto por su contenido como por lo novedoso de su formato. Bueno, posiblemente no tan novedoso. Ya a principios del s. XX hubo un movimiento literario que promulgaba una escritura automática, directamente del centro de las emociones a la punta de la pluma o a las teclas de la máquina de escribir, sin procesar demasiado el lenguaje. Saneh Sangsuk (Tailandia) acomete una obra similar.

En cuanto al formato, su texto se divide en distintos capítulos en los que el protagonista, narrador y autor al mismo tiempo, habla de sí mismo en diferentes registros. Salta de la primera persona a la segunda y a la tercera, reproduciendo las formas coloquiales en las que nos referimos a nosotros mismos cuando hablamos de las cosas que sentimos, vivimos o experimentamos. A veces hablamos en primera persona: “yo fui, vi, me sucedió...”; otras veces nos referimos a nosotros mismos en realidad cuando hablamos de “tú”: “te sientes como...; vas a coger algo y...”; por último es muy común referirse a uno mismo precisamente con esa expresión de “uno”: “uno siente que...”. En cada capítulo el autor de La sombra blanca habla de sí mismo empleando estos diferentes modos de narrar, y además lo hace de una forma muy parecida a la coloquial, como si estuviera hablando más que escribiendo. No hay párrafos, puntos y aparte que marquen diferencias entre los temas que toca. Tan sólo puntos y seguido que separan reflexiones o acontecimientos que se suceden sin solución de continuidad. Incluso las comas faltan a veces, creando enumeraciones de sensaciones, sentimientos, emociones apresuradas, que se mezclan y se confunden. El resultado es una lectura apresurada, con un ritmo alto, atropellado en ocasiones, que se acelera en la misma relación proporcional en que escasean los signos de puntuación. Y esto hace que la lectura no sea fácil ya que el autor salta de un tema a otro de la misma forma atropellada e inconexa en que podemos hacerlo cuando hablamos con la desesperada necesidad de expresar una abrumadora cantidad de sentimientos para los que no hallamos palabras, tiempo ni sosiego para dar forma a nuestra expresión.

Esta forma de narrar, evidentemente, está en estrecha relación con el contenido de la obra. Es perfecta para transmitir la profunda confesión que el autor realiza de su propia vida. Un escritor, un artista de vida bohemia y disoluta en los barrios estudiantiles de Bangkok, profundamente deprimido, agobiado tras la muerte de unos amigos y de su amante, delirando con la posibilidad de suicidarse, decide sin embargo retirarse a una cabaña solitaria en medio de arrozales lejos de la frenética ciudad, con la intención de escribir un libro. Pero lo que comienza a escribir, en medio del tedio y la indolencia, el abandono y el desapego de todo, es una larga carta de confesión a una de sus mejores amigas de infancia; una declaración amorosa que se transforma en un regreso al pasado. Como dice la editora, “un particular descenso a los infiernos” personales del autor, un novela autobiográfica en la que el escritor pone al descubierto sus más profundos miedos, sus incoherencias, sus fracasos, como forma de redimirse y superarlos.

No descubriremos aquí el final, que no es lo más interesante de esta obra. Tan sólo recomendar una lectura estimulante, difícil pero tremendamente humana, en la que no sólo se acompaña a un personaje a través de una serie de acontecimientos, sino que se le descubre en lo más vulnerable de su condición humana. Probablemente más apta para el próximo otoño que para el presente verano. Que lo disfrutéis.

 

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