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LADRONES JUBILADOS: 3ª ENTREGA

LADRONES JUBILADOS

 

Abu Gamal se acaba de jubilar, poniendo así punto final a una odisea laboral que duró treinta y dos años en la fábrica de seda de Helwan. El único recuerdo grato de todo este tiempo lo constituye la espléndida mano del Presidente Gamal Abdel Nasser, que un día se posó exactamente sobre su nuca para distinguirle, a sus veintidós años, como el primer obrero beneficiado por las leyes de nacionalización con las que el Líder lanzaba su Revolución. Más tarde, se le jubiló anticipadamente a los cincuenta y cuatro años, convirtiéndose también en el primer trabajador despedido por las políticas de privatización. 
     Por lo general, Abu Gamal no malgastaba el tiempo pensando en esta ironía, y se aclimató con rapidez a la vida de pensionista, que encontró  —tras un breve periodo, como es natural— más interesante que la vida laboral, pues ¿quién sabe lo que nos puede deparar el destino? Podría haber sido peor. Abu Gamal es un miembro destacado de la cofradía de aquellos que siempre encuentran un motivo para dar las gracias a Dios por cualquier cosa: si les atropella una moto, dan gracias a Dios porque no ha sido un coche, y si es un coche, pues menos mal que no ha sido un tren; si se rompen un brazo dan gracias a Dios porque tienen el cuello intacto; si uno de ellos muere, Dios no lo quiera, consuelan a sus familiares afirmando que ha fallecido como un mártir, gracias a Dios. Por lo tanto, si a uno le dan la jubilación anticipada, esto quiere decir que ha llegado el  momento oportuno para dedicarse a otros proyectos más importantes. 

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