Al sultán le gustaba mucho el queso. Tenía habitaciones llenas de quesos de todas partes; pero el palacio se llenó de ratones que se comían el queso del sultán, y los consejeros tuvieron que buscar una solución: Para echar a los ratones, mandaron traer gatos; para echar a los gatos, traer perros; para echar a los perros, traer leones; ... y así hasta nunca acabar. Este cuento, de origen árabe, se enreda y se enreda y nos demuestra que los problemas difícilmente se arreglan por la fuerza, y que a veces el más pequeño es el que se lleva el gato al agua.., digo el queso a la boca. |
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