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PREMIOS SILENCIADOS

Una amiga me ha enviado hace un rato una presentación de power point, de las que habitualmente no abro, pero que esta vez, viniendo de quien venía, he abierto. Me he encontrado con una noticia más que curiosa a las alturas de nuestra historia en las que nos creemos que vivimos, tan civilizados y tan libres. A lo mejor soy yo que no estoy al tanto de todas las noticias (¿quién podría?), y menos de las relacionadas con entregas de premios a periodistas, una profesión que en mi humilde opinión, y sin pretender ofender a nadie, está sobrevalorada, al menos en el plano de la moral y la ética social. Existe una especie de mitología épica entorno a la figura del periodista defensor de la verdad, la integridad, la objetividad y la libertad de nuestras sociedades, alimentada sobre todo por los propios periodistas. No creo que sea para tanto, ni que sean precisamente ellos tan exclusivamente como se presentan. No al menos como colectivo, como marca de fábrica, como una característica inalienable del ser periodista, como si fuera con el título. Ésto no quita que haya periodistas que sí estén a la altura del mito; después de todo, detrás de todo mito y leyenda hay un poso de verdad y realidad.

Desconozco el trabajo de Gervasio Sánchez, periodista gráfico que este año 2008 recibió el premio Ortega y Gasset de periodismo por una fotografía, la que podéis ver aquí, con la que se llamaba de nuevo la atención sobre las secuelas del uso de las minas antipersona. En el acto de entrega Gervasio leyó un discurso que, según la presentación que enlazo aquí, ha sido veladamente censurado, es decir, no ha sido reseñado, comentado ni reproducido, ni siquiera criticado por los que son sus compañeros de profesión, adalides del progreso político y social en toda sociedad que se precie hoy en día de algo, lo que sea. Es curioso, la foto, así, sin palabras, a todo el mundo le pareció merecedora de un premio; la denuncia intrínseca en ella nos reconforta a todos. Sin embargo, el discurso, cuando la denuncia intrínseca se explicita, se verbaliza, nombran culpables, resulta incómodo. ¿Por qué hipócrita razón le concedieron el premio a Gervasio Sánchez?

Afortunadamente, en los tiempos que corren disponemos de muchos pretendidos periodistas, en el más abierto de los sentidos, y de una herramienta, internet, que puede valer por todos los medios de comunicación al uso juntos. Así que después de todo, el mensaje de un hombre corriente, testigo de muchas verdades con su cámara de fotos, podrá ser difundido y leído... si queréis.

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