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EL PODER DE LOS RECUERDOS

OTOÑO EN SHIRAZ

Sofer, Dalia

Grijalbo, 2007

18,90 € PDF

Ficha

20 de septiembre de 1981. Es la fecha en la que la pesadilla comenzó. Hace poco más de dos años que la revolución de los mullahs se ha impuesto en Irán. El shah se ha marchado y toda una clase de personas pudientes, empresarios, artistas y políticos que medraron en el régimen anterior, viven bajo la sospecha y la amenaza constantes. Isaac Amin, tratante y artesano de piedras preciosas y joyas, con su propia empresa, varias casas en el país, cuentas millonarias en bancos suizos, que ha enviado a su hijo mayor a estudiar arquitectura a Nueva York, y judío, es arrestado. No le pilla por sorpresa, pero como es habitual, no le pilla en el mejor momento. Lleva meses en una tensa relación de silencios y discusiones con su esposa Farnaz; el trabajo es apremiante, la situación del país no es buena en absoluto para alguien como él. Su amigo Kurosh Nasiri ha sido asesinado recientemente en una de las cárceles del nuevo régimen, que parece competir con el anterior en difundir el terror. Algunos otros ya han huido. Necesita poner en orden todos sus asuntos antes de plantearse siquiera abandonar Irán, su querido país.

Farnaz está inquieta. Habían quedado para comer ese día, ella y su esposo Isaac. Llevan meses que no están bien. Él está como distante. Llega tarde a casa, apenas habla con ella, se acuesta temprano y sale para su oficina apenas se levanta. Ella está sola todo el día. Después de llevar a Shirin, su hija pequeña, de apenas 9 años, al colegio, su vida discurre lenta y aburrida en una buena casa en las afueras de Teherán. Una copita de cognac de vez en cuando le ayuda a pasar los días.

Parviz, judío como sus padres y sus abuelos, al igual que ellos no es muy practicante. Ser judío es más bien una marca social y cultural que una opción religiosa. Ha venido a Nueva York a estudiar lo que más le apasiona, la arquitectura. Vive en un pequeño apartamento alquilado a Zalman Mendelson, en un barrio de la ciudad donde viven muchos judíos jasídicos, estrictos observantes de la Ley, religiosos y devotos judíos descendientes de los que lograron sobrevivir a la pesadilla del nazismo en Europa. A veces se encuentra solo, muy solo, y desde que hace unas semanas su padre fue detenido, empieza a tener algunos problemas económicos. No sabe si podrá pagarle el alquiler de ese mes al señor Mendelson. No sabe nada de su familia y no sabe qué puede hacer.

En cuanto a Shirin, sigue yendo al colegio con normalidad, pero ya nada es normal allí. Ya no va a su colegio de antes. Desde la revolución los colegios han cambiado. Hace días que su padre marchó a un viaje inesperado y complicado del que no sabe bien cuándo regresará. Eso le dice su madre. No está convencida de ello. Ha oído cosas de las cárceles, de los Guardias Revolucionarios, de gente que ha muerto. Recuerda cómo lloró su padre cuando recibieron la noticia de la muerte de Kurosh. Han venido a registrar su casa y un día, su madre le pidió que le ayudara a deshacerse papeles y fotografías de sus viajes al extranjero y sus vacaciones en el Caspio. En casa de su amiga Leila, su padre, que es un Guardia Revolucionario, encontró unos expedientes muy extraños. En uno hablaban de su tío Javad.

Otoño en Shiraz es, ante todo, el relato de la angustia, el miedo, la degradación de un hombre que ha sido arrestado sin una acusación formal. Su delito es ser rico, además de judío, y haber vivido bien en los tiempos del shah. Hacinado con otros presos, comunistas, amigos del anterior régimen, musulmanes menos estrictos quizá… Torturado física y psíquicamente. Ve morir a otros hombres y él mismo es enfrentado al terrorífico momento del pelotón.

Se plantean reflexiones interesantes en esta novela. Las relaciones sociales entre los ricos señores y sus criados; la represión y el terror ciego de la represión; la soledad; la tortura; la situación de privilegio de la riqueza… Isaac podrá comprar su vida: “Al comprar mi vida, ¿facilitaré la muerte de otros?”. Ante todo es una novela de sentimiento. Las reflexiones son las de los personajes, que penetran en ellas lo que su miedo y su instinto de supervivencia les permiten. Shahla, hermana de Isaac, y Keyvan, su marido, huirán antes, después de negar los cambios y tratar de proseguir con su vida superficial de lujo; Parviz se enamorará de Rachel, la hija de Mendelson, y se rebela contra su juventud como bálsamo contra su sufrimiento y cansancio; Morteza tratará de sacar provecho del río revuelto mientras su madre, Habibeh, fluctuará entre el cariño a su hijo o a sus señores, con quienes ha vivido casi una vida y quienes, pese a todo, han sido buenos con ella y los siente como una familia. Las vidas continúan, pese a que otros se queden por el camino, pese a las desapariciones, los encarcelamientos, interrogatorios y torturas. Pese a la guerra con Irak. La fuerza para proseguir, las energías para seguir viviendo, surgen de la memoria, del recuerdo de aquellos veranos y otoños en la ciudad de Shiraz, los viajes a Isfahán, las vacaciones en el Caspio, los versos de Hafez…

Dalia Sofer, la autora de esta emotiva novela, ha trasuntado en ella su propia vida y experiencias. En 1982, con 10 años, huía de Irán con su familia para establecerse en Estados Unidos. Se convierte en emigrante, y como tal retorna con la literatura a sus raíces persas. Consigue transmitir el dolor y el sufrimiento de Isaac, la desesperación y la culpa de Farnaz, la soledad y confusión de Parviz, y la evidente pérdida de inocencia de Shirin.

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