MÁS QUE UNA AVENTURA AMOROSA
| K: El arte del amor(+) | |
YING, HONG | ||
EL ALEPH, 2004 | ||
978-84-7669-673-6 | 18,00 € |
Las novelas se alimentan de conflictos. Las narraciones que los escritores y escritoras nos presentan retratan, mayoritariamente, situaciones conflictivas, necesidades de los personajes; necesidades de todos los seres humanos. Eso hace que una novela cale, que nos diga algo y que perviva en el tiempo. En el caso de K: El arte del amor, la historia que se plantea es un conflicto más universal que nunca. Una historia de amor, un idilio ilícito, una aventura amorosa que no se conforma con ser una simple aventura.
La autora, china, nacida en Chongqing, relata en esta novela la supuesta relación real que existió entre el escritor británico Julian Bell, hijo de Vanessa Bell y sobrino de Virginia Woolf, y la poetisa e intelectual china Lin Cheng. Esta relación se dio en Pekín, durante el invierno de 1935 a 1936, y en la ciudad de Wuhan, a orillas del Yangtzé, en cuya universidad trabajaba Julian Bell como profesor de literatura inglesa y Lin era la esposa del decano Cheng. Sin embargo, la historia comienza y acaba en una carretera próxima a Madrid, un 6 de julio de 1937. Durante la ofensiva de Brunete, Julian Bell, voluntario en las filas republicanas, conduce una ambulancia entre la línea del frente y los hospitales de campaña en los alrededores de Madrid. Durante una de sus salidas, un avión rebelde lanza una bomba y Julian queda fatalmente herido al borde de la carretera. Murió en el hospital, en medio de una sorprendente paz y serenidad: “Toda mi vida he deseado dos cosas... tener una bella amante y ver acción. Las he conseguido las dos. Estoy contento”. Entre sus cosas había una larguísima carta dirigida a su madre, a modo de testamento, en la que narraba su viaje a China.
Julian Bell era un joven hedonista, aspirante a poeta, hijo y sobrino de escritoras, criado en el ambiente intelectual del grupo de Bloomsbury, entre lo más granado de la literatura británica de los años 20 y 30. Acostumbrado al éxito con las mujeres, numeraba sus conquistas siguiendo las letras del abecedario. En Inglaterra ya había hecho de casi todo, y de pronto le plantean la aventura de su vida: ir a China a enseñar literatura a una de las nuevas universidades de estilo occidental que se estaban poniendo en marcha por todo el país, en medio de la efervescencia política y cultural que siguió al derrocamiento del último emperador, la invasión japonesa y las luchas entre los Nacionalistas y los Comunistas entre sí en el interior del país, y de ambos contra el invasor japonés. Un ambiente auténticamente de película, en el que China era, como ahora, ese gran gigante desconocido y fascinante. Julian acudía a China lleno de ilusiones y con ganas de abrirse a una cultura nueva, radicalmente diferente, pero desde sus propios planteamientos occidentales, con ganas de conquista..., en especial de conquistas amorosas: la soledad no era para él.
En Wuhan es tratado con admiración y profundo respeto y pronto se entabla una estrecha amistad con el decano Cheng y su esposa Lin, en la que apenas se fija: las mujeres chinas no son lo que esperaba, no tenían la exhuberancia exótica que había imaginado. Sin embargo, el descubrimiento de la mujer oriental, de la mujer china misteriosa pero de recursos sorprendentes, encarnada en Lin, es parte del proceso de apertura de la mente y el corazón occidentales de Julian en medio del viejo imperio oriental. La novela de Hong Ying, emigrada ella misma a Londres desde 1991, no sólo es la historia del encuentro entre un hombre inglés y una mujer china, sino también un reflejo de las relaciones culturales entre Occidente y Oriente. La fascinación mutua, el ansia de conocimiento, el descubrimiento de las viejas tradiciones, las contradicciones de la modernización, los cambios...
Lin, una mujer rectada, tradicional, devota de su marido pero depositaria de un viejo conocimiento, el Arte de Amar taoísta, encuentra en Julian el estímulo que su rica vida interior necesitaba. Sus inquietudes intelectuales y literarias están en profunda contradicción con su realidad, casada con un hombre tradicional, serio y distante, pero conocedora de otra forma de sentir y de vivir el amor. Con Julian, Lin se revela a sí misma, abandona las máscaras y los corsés de los convencionalismos sociales del momento y pone en práctica con él su conocimiento del arte amatorio taoísta que le enseñó su madre, la más querida de las concubinas de su padre, un alto funcionario del antiguo gobierno imperial. Lo que para Julian empezó siendo una nueva conquista, la K de su lista, acaba siendo el amor de su vida, y la clandestinidad en la que se expresan no es suficiente. Surgen los conflictos entre el deseo y la exigencia de un compromiso y el miedo a perder una libertad ilusoria.
Dice la crítica que este libro está escrito con “intensa simplicidad”, que es “directo e intenso”, lleno de sentimiento pero con un sentido “poético y lleno de gracia”. Y es realmente así. No acude a grandes explicaciones ni descripciones, no se enreda con los principios filosóficos o los conflictos morales que están detrás del Arte de Amar de Lin o de los miedos de Julian. El estilo es directo, sencillo, y sin tapujos. Ciertamente, es una historia “íntimamente seductora”.
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